Cuarta semifinal del Palma Pop Rock en Es Gremi

El Pop Rock nos tiene malacostumbrados. Lo habitual en un certamen de estas características sería encontrar una mayoría de propuestas más prometedoras que hechas, frente a unas pocas más perfiladas y maduras. Sin embargo, en este bendito e histórico concurso que organiza el Ajuntament de Palma suele suceder al revés. Y el mejor ejemplo lo tuvimos en la magnífica tercera semifinal celebrada en el Club Mutante, que estuvo protagonizada por tres grupos hechos y derechos. Tres proyectos bien definidos y moldeados, mucho más curtidos de lo que cabría esperar encontrar en un concurso.

No pretendo criticar este fenómeno (porque soy el primero que disfruto viendo a grupos de gran nivel) ni analizar en profundidad las razones por las que ocurre. Supongo que la falta de salas y de una verdadera cultura musical en la isla redunda en una falta de oportunidades que obliga a las formaciones más experimentadas a aprovechar todas las opciones a su alcance. Bien por ellos. Todo esto viene a colación porque la cuarta semifinal del Pop Rock, celebrada la noche de ayer en la sala Es Gremi de Palma, no cumplió con este patrón. Esta vez presenciamos propuestas frescas y precoces a las que todavía les falta un punto de cocción. Y esto no es nada malo ni peyorativo. Al contrario, presentar jóvenes promesas es una de las principales razones de ser de este tipo de concursos. Tan jóvenes como el público que vino a arroparlas, savia nueva y necesaria para el futuro del certamen y para la supervivencia de la cultura musical de las salas.

David Cabot: una gran voz que busca su sitio

La voz es la cualidad más llamativa de este joven cantautor que se hizo muy conocido gracias a su participación en la edición de 2021 de La Voz Kids. Tuvo la valentía de presentarse acompañado de una también jovencísima banda en su primera vez juntos encima de un escenario. Y claro, eso les acabó pasando factura, notándose cierta falta de coordinación en momentos puntuales. Nada preocupante, algo que arreglarán en cuanto lleven varios conciertos en la mochila.

David posee una voz profunda y adulta que contrasta enormemente con su rostro aniñado. Es una voz muy particular, que tarde o temprano acabará encontrado su sitio. Sensibilidad no le falta, personalidad tampoco. Su juventud y perseverancia le ayudarán a encontrar su camino.

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Lucía Servera: sentido y sensibilidad

Si no me equivoco, a sus 16 años es la participante más joven de la edición actual del concurso, y encima presentaba la propuesta más desnuda e intimista de todas, ella a solas con su voz y su guitarra. Menuda papeleta. Normal que al principio se le notara un pelín nerviosa, aunque por suerte pudo contar con el acompañamiento de su hermano mayor sobre el escenario, también a la guitarra.

Lucía posee una hermosa y delicada voz, tras la cual se adivina una sensibilidad exquisita. Arrancó con una bella canción dedicada a su madre, que trazó una clara línea por la que discurriría el resto de su actuación. Sus seres queridos le inspiran sentimientos que convierte en delicadas composiciones que hablan por sí mismas. Así nos lo fue explicando en los interludios, algo muy de agradecer y que hizo francamente bien, de manera breve y concisa.

Su propuesta es accesible y exigente a la vez. Accesible porque su repertorio está cuajado de hermosas y excelentes canciones que cualquiera puede apreciar y disfrutar. Exigente porque para disfrutarlas plenamente es necesario guardar silencio y prestar la máxima atención posible. Su estilo es tan intimista que obliga a la audiencia a bajar las revoluciones al mínimo, algo que puede ser complicado de lograr cuando se actúa junto a otras bandas más explosivas. Aún así, merece la pena intentarlo. Entrar en su mundo es una bella experiencia.

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Licata: más brillo que pegada

Tras el estilo relajado de las propuestas anteriores, al fin nos pudimos desmelenar un poco con el pop alternativo con brilli brilli punk de Licata. Estos ya no son jovencísimas promesas y cuentan con cierto recorrido, siempre en torno a la figura del músico, poeta y productor de origen venezolano Fabrizio Licata.

Tras el intimismo de la propuesta que les precedió, su entrada fue un soplo de aire fresco, aunque esa sensación no duró demasiado. Su actuación me pareció algo irregular: empezaron con gran intensidad, pero no lograron mantenerla durante todo el set. Momentos brillantes, que los hubo, se alternaban con otros más apagados, sin que llegara a entender del todo qué estaba fallando.

El sonido no les jugó en contra, pues sonaron pulcros y limpios en todo momento. Además, es indudable que su cantante posee flow y carisma. Su estética puede gustar más o menos, pero tampoco me pareció un problema. En cuanto al estilo y las canciones, puede que aquí esté el quid de la cuestión. Para ser sinceros, no termino de entender del todo su propuesta, o quizás sea demasiado ecléctica para mi gusto. Creo que su lado más punk me aburre, pues se percibe impostado y con poco filo, y sus baladas tampoco me dicen demasiado. Me quedo con su lado más «alternativo», que cuenta con buenos temas y protagonizó los momentos más enérgicos y desenfadados de toda la noche.

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